No voy a hablar de los muertos, aunque se nos han ido demasiados que nos ayudaron a definir lo que somos; no voy a hablar de Trump, ni del Brexit, ni del referendo en Colombia. Hablaré, como…
Source: De lo leído
No voy a hablar de los muertos, aunque se nos han ido demasiados que nos ayudaron a definir lo que somos; no voy a hablar de Trump, ni del Brexit, ni del referendo en Colombia. Hablaré, como…
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Salirse es lo de hoy.
En la dinámica del individualismo llevado a extremos, me salgo porque se me da la gana y al diablo las consecuencias. Lo que importa es que el mundo gire en torno a mi eje, y si no es así entonces paren el mundo, que me bajo.
El Reino Unido abandona la Unión Europea, de forma irreversible, hipotecando su futuro económico y político a una ilusión indefinible e irrealizable de excepcionalismo nacionalista; una mayoría ignorante vota por salirse, y el Brexit revela inmediatamente su estupidez, con incontables británicos buscando en Google la definición de lo que es y hace la cosa que acaban de abandonar.
Lio Messi, el mejor futbolista de esta era, fracasa con toda su selección en su tercera final en cuatro años y tira la toalla. Dice que no jugará más para Argentina. Berrinche temporal – parece que vuelve – pero sintomático. El…
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Por una noche, Chicago se reencontró con su historia. Por una noche, Chicago volvió a ser la de los disturbios anarquistas que dieron origen a la fiesta del 1 de mayo, la Chicago insumisa qu…
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Last year, I conducted alumni interviews for Yale applicants. It’s an easy gig. You take a smart, ambitious 17-year-old out for hot chocolate, ask them about their life, and then report back to the university, “Yup, this is another great kid.”
I recently got an email asking me to re-enlist. Was I ready for another admissions season?
I checked “No,” mostly because “Aw, hell no” wasn’t an option.
Why my reluctance? No grudge, no beef, no axe to grind. It’s just that the whole admissions process is so spectacularly crazy that participating in it— even in the peripheral role of “alumni interviewer”—feels like having spiders crawling out of my eyeballs.
In the last 15 to 20 years, Yale’s applicant pool has gone from “hypercompetitive” to “a Darwinian dystopia so cutthroat you’d feel guilty even simulating it on a computer, just in case the simulations had emotions.”
I don’t fault the admissions office. For every…
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